Arrancó la fiesta del fútbol

La ceremonia de un Mundial que necesita brillar en el desierto

La ceremonia de un Mundial que necesita brillar en el desierto

Primer Mundial sin Diego Maradona. El Mundial que tiene a Lionel Messi como máximo estandarte. El Mundial de los millones de dólares, de los jeques y el de la pelota entre turbantes. Aparecen los primeros movimientos en el estadio de Al Bayt, que simula ser una tienda beduina inmensa. Se ven hileras y más hileras de colores, telas y ropas. Aparece Laeeb, la mascota oficial. Surgen chicos, chicas, músicos. Parecen muchos. Dicen que unos 1400 en total. Nadie sabe calcular cuántos exactamente, entre ellos el actor Morgan Freeman. En el césped, como si fuese una postal del desierto, se ven camellos, túnicas típicas de la tradición qatarí, espadas arábigas y, en el medio, las mascotas de todos los mundiales.  


El país organizador ya está viviendo un momento histórico, que tiene años de gestación y controversia, desde que la FIFA de Blatter le dio la victoria en votos sobre los Estados Unidos. Una elección que provocó una sucesión de efectos judiciales que recorrieron el mundo. Desde entonces la diplomacia y las conveniencias empezaron a jugar su partido. Y se continuaron hasta minutos antes de que se levante el telón. Las conjeturas, los secretos, las reuniones y las explicaciones. Es denominado el Mundial del «Juntos estamos mejor», ese que pone como estandarte unos estadios con características muy especiales, con una arquitectura impactante, pero que también tiene un gran contenido controversial. Y que, por sobre todas las cosas, pretende empatizar con la mirada extranjera.

La Copa del Mundo se puso en marcha. Por primera vez en la historia en Medio Oriente. Doha ya parece desbordada con el arribo de hinchas de todas partes. La ciudad que combina la tradición árabe con la modernidad y la fastuosidad es una fiesta desde todos los ángulos posibles. A pesar de ese miedo que parece que nunca va a desaparecer: que no pueda hacer frente a los dos millones de personas que movilizará esta Copa del Mundo.

Hay un clima que contagia, realmente. Y es que Doha vibra con el lanzamiento mundial de este torneo que se hace desear durante cuatro años. Porque esto ya no es ni un sueño ni una ilusión ni un proyecto. Qatar 2022 ya es una realidad. Que entusiasma, que provoca cosquillas y contradicciones, que genera ansiedad de gloria

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