Por Martín Castilla desde Qatar

El camino de Messi hacia su quinto Mundial

El camino de Messi hacia su quinto Mundial

DOHA.- Un 29 de junio de 2004 el destino lo puso ante un sueño que acunaba durante mucho tiempo. Con 17 años y 5 días tuvo su primera experiencia en celeste y blanco. De aquel debut juvenil en la cancha de Argentinos Juniors a este “último” mundial en Medio Oriente. De aquellas charlas en las que había que sacarle las palabras a estos tiempos de frases conceptuales y resonantes con repercusión en todo el planeta. De esa primera vez con la camiseta albiceleste con las mangas largas y el número 17 a puntitos a esta N° 10 con la cinta de capitán y referente. Siempre el mismo sentimiento, la misma ilusión, envasada en ese desafío que siempre lo empujó y que lo pone cara a cara ante uno de esos hechos que le erizan la piel: representar al seleccionado en su QUINTO MUNDIAL.

Él, un futbolista de 35 años que siempre en sus sueños albergó la oportunidad de vestir los colores del seleccionado, jugará en esta Copa del Mundo por cumplir un sueño grande. Él, que acuñó la esperanza desde que se fue de su Rosario natal para jugar en las inferiores de Barcelona, que se fortaleció en la adversidad por sus problemas de crecimiento, que superó etapas a un ritmo vertiginoso, que alcanzó las alturas de la elite mundial del fútbol, que escuchó halagos de todo tipo, siente el mismo cosquilleo del primer día a la hora de ponerse la camiseta argentina.

El primer capítulo de esta historia de años tiene una serie de hechos conocidos y otros que no lo son tanto. Hasta que Messi llegó a tener su bautismo de fuego en los juveniles argentinos, hubo una serie de capítulos que dan cuenta de un video entregado en forma anónima al cuerpo técnico de Marcelo Bielsa, por entonces entrenador de los mayores. Un recuerdo lejano de un apellido que daba que hablar en las categorías menores de Newell’s y el llamado de un empleado administrativo de la AFA por dar con ese talento que estaba en la cantera del Barca y que era pretendido por la federación española.

Por sugerencia de Hugo Tocalli, Julio Grondona ordenó la realización de unos amistosos. Así llegó la noche inolvidable en La Paternal, cuando en el segundo tiempo ingresó por Ezequiel Lavezzi y anotó el séptimo tanto de una goleada por 8-0 sobre Paraguay. Días después, el 3 de julio de 2004, jugó en Colonia otro amistoso, ante Uruguay, y reemplazó a Pablo Vitti para marcar dos goles en un 4-2 que lo catapultó –con años menos- al Sub 20. “Esperaba que me llamaran con ansiedad. Hubo contactos informales para saber si quería jugar para España, pero siempre dije que quería jugara para la Argentina y sólo siento estos colores…que tanto nos conmueve”, rememoró tiempo después quien, con mucha emoción, recuerda la experiencia en el Sudamericano de Colombia y el título obtenido en el Mundial Juvenil de Holanda 2005.

Desde las primeras experiencias en los juveniles que la comparación con Diego Maradona se le hacía inevitable a buena parte del ambiente mundial. Los puntos de contacto están en la historia de uno y otro. Después de ser campeón juvenil y de jugar en Barcelona, igual que a Maradona a Messi le tocaba debutar en la selección mayor ante Hungría…Pero nadie hubiese imaginado un debut tan fugaz como el que le tocó vivir el 16 de agosto de 2005, en Budapest. Con José Pekerman como entrenador, el equipo se impuso por 2-1 y Messi ingresó a los 19 minutos del segundo tiempo por Lisandro López. Duró 92 segundos en la cancha. ¿Cómo? En su primera intervención amagó y, en el forcejeo con su marcador, el brazo en alto para intentar desprenderse de la persecución lo condenó. Fue la primera vez que lloró por la Argentina.

Pekerman mantendría la apuesta y, aunque siempre lo llevó en forma gradual, nunca dudó en darle rodaje oficial: el primer paso fue por las eliminatorias, en su presentación en Asunción, ante Paraguay, el 3 de septiembre de 2005. Hasta ser titular el 9 de octubre, en el Monumental, ante Perú. Después de marcar su primer gol en la selección ante Croacia, en un 3-2 a favor del equipo, llegó la confirmación de que con 18 años iba a estar en Alemania 2006. Convirtió el primer tanto en los mundiales en el recordado 6-0 ante Serbia y Montenegro, en Gelsenkirchen, y al partido siguiente fue titular en el 0-0 con Holanda. La imagen final fue la de él en el banco y la Argentina eliminada por penales ante los germanos. El, con 19 años recién cumplidos, sentía impotencia por no poder hacer nada para torcer una historia que él veía posible y que Pekerman no tanto.  

Mal que le pese, hizo todo para alimentar las esperanzas de acabar con los años de sequías en títulos… Ganó todo con uno de los mejores equipos de la historia como lo fue el Barcelona de Pep Guardiola, irrumpió en la cima del planeta fútbol entre las máximas figuras y, por primera vez, desde el retiro de Maradona la Argentina volvía a sentir que tiene un N° 1 entre sus filas. En su primera experiencia mundialista utilizó el N° 19, hasta que en Sudáfrica se calzó la mística camiseta N° 10.

Mucha agua corrió entre los puentes tendidos entre Alemania 2006 (eliminado en cuartos con la postal de haberse quedado en el banco), Sudáfrica 2010 (eliminado en cuartos con Diego como DT), Brasil 2014 (a un paso de la gloria con Sabella) y Rusia 2018 (el del caos interno de Sampaoli). Sólo él sabe cómo cada participación mundialista conspiró contra sus sueños y cómo lloró por ellos. Pero siguió, siguió y siguió. “Siempre hay que intentarlo. Sea como sea y nunca hay que quedarse con las ganas”, dijo en una de sus declaraciones en el colmado Salón 1 del Main Media Center de Doha.

Desde que vistió la camiseta de la selección se encargó de generar e impulsar más, y cada vez más, esperanzas. Tuvo ambición ganadora siempre. Sucedió en cada una de sus cuatro Copas del Mundo y sucede en Qatar 2022. ¿Cómo nunca antes? «Es la última oportunidad que tengo y sería lindo conseguir lo que todos queremos», reconoció con ilusión de coronar en la final del próximo 18 de diciembre en Lusail.

Messi desea disfrutar de su última experiencia mundialista y, por sobre todas las cosas, poder coronar su vida en celeste y blanco con el sueño tan anhelado.

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